“La visión sin ejecución es alucinación.” – Henry Ford
Ejecución de procesos modelados: de la planificación a la acción
La gestión por procesos no termina con el modelado o la optimización. Una vez que se ha diseñado cómo deberían funcionar las operaciones, el verdadero reto empieza: poner esos procesos en práctica en la operación diaria.
De la planificación a la acción
Un error común en las organizaciones es dedicar demasiado tiempo a planificar y refinar procesos buscando una versión “perfecta”. Sin embargo, la perfección absoluta no existe: el entorno cambia constantemente, y lo que hoy parece ideal puede volverse obsoleto mañana.
Por eso, lo recomendable es establecer un tiempo límite para el modelado y la optimización, y dar el paso a la ejecución lo antes posible. Los procesos pueden y deben mejorarse después a través de un enfoque de mejora continua, pero es necesario activarlos para empezar a generar valor.
En otras palabras: es mejor un proceso en marcha que un modelo guardado en un cajón.
El papel clave del personal en la ejecución
Ningún proceso funcionará si las personas que lo ejecutan no están convencidas de su importancia. La concienciación y motivación del personal es fundamental para garantizar que los procesos modelados no se queden en teoría.
La motivación debe enfocarse en un doble beneficio:
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Para la empresa: mayor eficiencia, mejores resultados y un negocio más competitivo.
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Para el personal: condiciones de trabajo más organizadas, menos estrés operativo, aprendizaje de nuevas formas de trabajo y, en muchos casos, la posibilidad de mejores ingresos gracias a incrementos de productividad.
Hoy, el talento humano valora más el reconocimiento, la autonomía y el desarrollo de capacidades que simples aumentos salariales. Por ello, la ejecución exitosa de procesos requiere de personas empoderadas y comprometidas, no de vigilancia externa.
Autocontrol en lugar de supervisión excesiva
En vez de reforzar esquemas de supervisión rígida o imponer inspectores para verificar el cumplimiento, lo recomendable es fomentar el autocontrol. Cada colaborador debe asumir la responsabilidad sobre su propio trabajo y sobre los resultados del proceso.
De esta forma, se logra:
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Mayor eficiencia y eficacia.
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Menor esfuerzo y reducción del estrés laboral.
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Reconocimiento por parte del mercado.
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Sostenibilidad del negocio y estabilidad de los puestos de trabajo.
El verdadero éxito en la ejecución de procesos no proviene de la imposición, sino de la confianza, el respeto y el empoderamiento del personal, quienes se convierten en los principales guardianes de la calidad y de los resultados esperados.
La ejecución de procesos modelados no es solo una cuestión técnica, sino principalmente cultural. Requiere pasar de la planificación a la acción, y de la supervisión a la autogestión. Las empresas que logran empoderar a su gente para vivir los procesos día a día son las que realmente alcanzan eficiencia, sostenibilidad y ventaja competitiva.
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